Islandia (día 4): los glaciares del sudeste


Nuevo día en ruta por Islandia. Hoy visitaríamos unos de los lugares que los Janonautas más ganas teníamos de ver y uno de los platos fuertes del viaje: la laguna de los icebergs de Jökulsarlon. En este lugar nos sentiríamos realmente en el norte de Europa, sobre todo por las temperaturas. Además de este mítico paraje paseamos por los campos de lava cubiertos de musgo, hicimos la primera caminata del viaje para visitar una de las cascadas más famosas de la isla y nos acercamos todo lo que pudimos a algunos de los glaciares del sudeste. La verdad es que el día prometía y el tiempo hasta ahora nos estaba siendo favorable. Este es el relato de todo lo que vimos en una jornada muy intensa y emocionante.




Los Janonautas nos levantamos pronto con idea de desayunar rápido y salir a la carretera lo antes posible. Teníamos un día soleado, con menos viento que la tarde del día anterior. Las temperaturas se mantenían según la tónica de los primeros días, en torno a los 12º-13º. La ruta para esa jornada era la siguiente:




De nuevo en la Ring Road cruzamos Vik en busca del Parque Nacional de Skaftafell. Durante varios kilómetros sólo las ovejas y los caballos diseminados en el paisaje nos acompañaban. Pasamos por el área del volcán Laki y empezamos a ver los sorprendentes campos de lava cubiertos de musgo. En el año 1783 este volcán entró en erupción cubriendo de lava una gran superficie del sur de Islandia. Es la llanura de Eldhraun, palabra islandesa que significa "desierto de lava". La paleta de colores de la alfombra de musgo abarca distintas tonalidades que van desde el verde hasta el marrón. Es en los días de lluvia cuando muestra un espectacular color verde brillante.

El desierto de lava de Eldhraun


Las piedras de lava están cubiertas de musgo

Más adelante nos paramos en la diminuta aldea de Kirkjubaejarklaustur. En un prado de esta localidad está Kirkjugolf, el "suelo de iglesia". En una superficie de 80 m2 están los restos de unas columnas basálticas erosionadas por el mar que llegaba hasta aquí en tiempos remotos. Son unas pocas losas hexagonales, típicas del basalto, que parecen baldosas de alguna edificación humana.

El "suelo de iglesia" de Kirkjubaejarklaustur

Una fina lluvia, intercalada con algunos claros, empezó a caer mientras nos dirigíamos hasta nuestra siguiente parada: el Parque Nacional de Skaftafell. Desde la carretera 1 hay indicaciones que permiten llegar hasta el centro de visitantes del Parque. El gran aparcamiento que hay junto a la entrada es gratuito.

Centro de información del Parque Nacional de Skaftafell

El Parque Nacional de Skaftafell es la entrada sur del glaciar Vatnajokull, el mayor de Europa. Varios senderos señalizados arrancan desde el centro de visitantes. El motivo de nuestra visita era hacer el recorrido más popular del Parque, el que lleva tras una ruta de 1,8 kms. hasta la cascada negra de Svartifoss.

Zona de acampada en la entrada del Parque Skaftafell


El camino empezó suave con una ligera, pero continua, ascensión. La lluvía había ido aumentando de intensidad y debíamos ir protegidos con los impermeables. El camino se embarraba y encharcaba rápidamente. En algunos tramos el paso era estrecho y bastante transitado. La caminata nos ocupó unos 90 minutos y, por culpa de la lluvia, fue más dura de lo que habíamos previsto. Al llegar al punto más alto de la ascensión pudimos ver la catarata desde la  distancia.

Primera perspectiva de la cascada de Svartifoss

De la misma forma que había empezado a llover las nubes se abrieron y apareció el sol. Con el beneplácito del cambio de tiempo pudimos acercarnos más cómodamente hasta la misma base de la estrecha cascada y observar con detalle las columnas de basalto que la envuelven.

La cascada Svartifoss

El regreso hasta el centro de visitantes fue sencillo y teníamos ganas de más. Decidimos hacer el recorrido que llevaba hasta la lengua del glaciar Skaftafellsjokull. Es una vía muy sencilla, sin pendientes, que permite acercarse hasta la entrada del glaciar cómodamente.

Rótulo que indicaba el inicio de la ruta al glaciar Skaftafellsjokull


A medida que nos acercábamos a la gran masa de hielo la temperatura iba bajando. Junto al glaciar había un pequeño lago con algunos icebergs navegando.

Lago junto al glaciar



Lengua del Skaftafellsjokull


Clàudia paseando junto a la laguna delante del glaciar

Después de haber disfrutado del encuentro con el glaciar los Janonautas volvimos al parking para continuar con la jornada de viaje. La Ring Road se adentraba ya en el este de la isla en nuestra ruta hacia Höfn. Antes de llegar a nuestro destino íbamos a poder contemplar la extraordinaria laguna de Jökulsarlón, uno de los lugares que más impacto nos causó en nuestro periplo islandés.

Laguna de Jökulsarlón


Clàudia frente a la laguna de icebergs


Esta laguna, surcada de barcos de hielo que se han desprendido del glaciar Vatnajokull, es espectacular. Puede contratarse la excursión en vehículo anfibio que se coge junto a la orilla y entra circulando desde la playa hasta el interior del lago.

Vehículo anfibio para visitar el lago



Vehículo anfibio adentrándose en la laguna

Íbamos protegidos con gorros y guantes, la zona era fría aunque el día era soleado. La excursión en el barco dura 45 minutos aproximadamente y es la mejor forma de acercarse a los icebergs y al glaciar que alimenta el lago.

Clàudia durante la excursión al lago


Navegando entre los icebergs

Icebergs frente al glaciar


No es rara la presencia de focas en Jökulsarlón
Àlex probando el hielo del glaciar


Clàudia en la orilla del lago


Después de tantas emociones queríamos llegar ya a nuestro hotel. Teníamos reserva en el Hotel Smyrlabjorg que se encontraba antes de llegar al pueblo de Höfn. Os podemos decir que el alojamiento estuvo bien, nuestra habitación era amplia y cómoda y nos permitió descansar confortablemente.

Estacionamiento frente a la entrada del Hotel Smyrlabjorg


Habitación en el Hotel Smyrlabjorg

Habitación en el Hotel Smyrlabjorg

A las 20:00h, tras reponernos un poco del cansancio acumulado, salimos del hotel con idea de acercarnos hasta Höfn para cenar algo. El problema era que no estábamos tan cerca del pueblo como pensábamos y tardamos 40 minutos en llegar. Además era un pueblo costero muy pequeño y no supimos encontrar ningún restaurante que estuviese abierto a esas horas. Eso sí, tuvimos aquí una de las experiencias más surrealistas que hemos vivido en mucho tiempo. Saliendo del pueblo vimos una gasolinera con supermercado que estaba abierta y nos paramos para comprar algo de cena. La temperatura había bajado mucho, hacía auténtico frío, no más de 5º. Unas mesas dispuestas junto a la puerta del local estaban ocupadas por una docena de chicos jóvenes.  Hasta aquí todo normal pero lo curioso es que en esa gasolinera vendían helados y los chavales se los estaban comiendo tan ricamente a la intemperie.

Nosotros no compramos helados sino lo que pudimos para apañarnos con una cena medio decente. Con la compra hecha iniciamos la vuelta al hotel. Ya había anochecido y debíamos tener cuidado con las ovejas que cruzaban la carretera. El termómetro del coche marcaba ya 2º y circulábamos totalmente solos, aislados del mundo. Después de otros 40 minutos llegamos al hotel y nos tomamos en la habitación lo que habíamos comprado de cena. Ya sólo nos quedaba acostarnos y descansar después de un día tan intenso.

Àlex y Clàudia desde la habitación del hotel

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